LOS ZAPATEROS SE FUERON, CADA UNO CONFIADO EN EL PASO FIRME DE SUS DECISIONES
En ese momento para los zapateros un desierto hubiese sido más agradable que ver cómo de un momento a otro su callejón pasó de ser visitado a diario por miles de personas a sumirse en una soledad abrumadora en medio de restos de viejos zapatos que parecían reclamar a sus dueños.
Aunque el pasado domingo dos de marzo el desalojo de ese espacio público en el Centro Histórico, conocido como el Callejón de los Zapateros, se hizo de forma pacífica y voluntaria por parte de estos trabajadores informales, ellos no podían ocultar esos sentimientos de tristeza y nostalgia que les generaba tener que despedirse de un lugar de trabajo que para la mayoría de los treinta y tres zapateros se había convertido en su segundo hogar.
El pasado gobierno de Nicolas Curi había decidido despejar este callejón para uso exclusivamente peatonal en vista de la construcción y próxima implementación del nuevo sistema de Transporte Masivo Transcaribe para Cartagena, que implicará un mayor flujo de personas en ese sector.
Con esta decisión hecha realidad ya el lunes muchos fieles clientes de los zapateros pasaban por el callejón con cara de asombro e inmediatamente lo primero que se preguntaban era dónde estarían sus zapatos y sobretodo dónde estaría su zapatero de confianza.
Sin duda remendar zapatos es un oficio que le asegura a cualquiera que decida hacerlo un trabajo constante pues siempre existirán zapatos que aunque se hayan despegado aún no vale la pena desechar. Pensando en esto algunos de los zapateros luego de recoger sus pequeños locales de madera lo primero que hicieron fue escribir en la pared sus nombres y números telefónicos con letras grandes, para asegurarse que la sorpresiva noticia en sus clientes fijos, no fuera impedimento para proteger sus pies al arreglar e incluso hacerles nuevos zapatos.
El desalojo propicia inevitablemente un cambio en la vida de los zapateros. Muchos de ellos trabajaron por más de 20 años en este lugar y algunos heredaron la vocación y humildes locales de sus padres.
Su futuro será el resultado de las decisiones que comienzan a tomar a partir de este momento. La opción que el Distrito les propuso fue un Plan de Reconversión Económica.
De los treinta y tres zapateros, treinta se acogieron a dicho plan y al desalojar el lugar recibieron un subsidio o reconocimiento inmediato de 15 salarios mínimos legales, que equivalen a un aproximado de 6.500.000 pesos.
“A aquellos zapateros que hayan hecho curso de capacitación con el SENA, y que se hayan acogido al Plan de Reconversión también se les facilitará un micro-crédito por 3.500.000 pesos con el apoyo de las empresas Indufrial y Siembra Futuro”, explica el actual Jefe de Espacio Público del Distrito, Carlos Julio Milano.
Los zapateros tenían conocimiento de otro estímulo desde hace un tiempo, un centro comercial próximo a inaugurar en las instalaciones del antiguo Almacén Decormuebles. A partir de su reapertura se llamará Centro Comercial Nueva Colombia y los zapateros tendrían la opción de comprar locales más amplios y modernos.
A algunos ni siquiera la plata los convenció
El proceso de desalojo y entrega de dinero se formalizó con un documento conocido como el Acta de Transacción, donde el Distrito se compromete a entregar los 15 salarios mínimos a quienes estuvieran de acuerdo y el micro-crédito a quienes cumplieran los requisitos. Por su parte los zapateros se comprometen a no demandar al Distrito por el desalojo de ese espacio público.
Como en toda historia hay algunos en desacuerdo, los tres zapateros que no aceptaron el subsidio. Ellos argumentan que al firmar el acta de transacción y recibir ese dinero además de comprometerse a no utilizar más nunca ningún espacio público para poner su negocio, tampoco se les permitía comprar con dicho dinero ningún local en el Centro Comercial Nueva Colombia.
Su argumento se basa en que aún con todo ese dinero no iban a poder trabajar en el centro, pues no tendrían acceso al espacio público y mucho menos a un local legal a tan bajo precio. Por esta razón ellos prefirieron no aceptar el dinero y mudarse de inmediato a otro punto del centro que también figura como espacio público.
¿Mentalidad empresarial?
Orlando Jiménez es uno de los zapateros que se acogió al Plan de Reconversión Económica. Está de acuerdo con esa decisión del gobierno pues cree que fue la única forma de lograr un cambio significativo en su diario vivir.
Para lograr ese cambio Jiménez lo primero que hizo al recibir el dinero fue invertirlo totalmente en maquinarias nuevas.
Aunque la preocupación inmediata de estos zapateros no era renovar su equipo de trabajo sino encontrar un lugar estratégicamente ubicado desde donde ofrecer sus servicios, Jiménez además de ser el único en invertir todo su dinero y quedar sin un peso, también, al igual que otros tres zapateros, pretende comprar un local de diez millones de pesos del Centro Comercial Nueva Colombia por medio de una financiación por diez años prometida por Carlos Milano.
Ante esa promesa Francisco Mejia, dueño del kiosco de jugos El Pacho ubicado al finalizar el callejón de los zapateros, compara a Carlos Milano con otros funcionarios y está convencido que él está más dispuesto en atender estos temas.
“A mi también me toca desalojar dentro de poco este espacio, yo se que uno no debe estar en estos espacios, por eso a ese señor lo trato muy bien para encontrar la mejor solución porque yo no tengo plata para reubicarme, ojalá a ultima hora no se me vaya a torcer como los demás” comenta Mejia.
Encima del problema
Luis Botet es un zapatero que tiene 21 años de estar trabajando en el callejón desalojado. El reconoce que reubicarse no será lo mejor para ellos pues es un dinero extra que les toca asumir.
Sin embargo como representante de los zapateros se acogió al Plan de Reconversión y ha estado en constantes reuniones con el Jefe de Espacio Público con el fin de ir más allá de la imposición del gobierno por medio del diálogo de los temas de forma clara.
“Tenemos que reunirnos esta misma semana, a más tardar el próximo lunes, para concretar todo”, le dijo en todo convencido Bonet a Milano.
Esta reubicación, presentes y futuras decisiones del actual Jefe de Espacio Público y las opciones escogidas por estos trabajadores informales determinarán su futuro, el de sus familias y, sobretodo, definirán el uso de los espacios en el concurrido Centro Histórico de Cartagena.
Aunque el pasado domingo dos de marzo el desalojo de ese espacio público en el Centro Histórico, conocido como el Callejón de los Zapateros, se hizo de forma pacífica y voluntaria por parte de estos trabajadores informales, ellos no podían ocultar esos sentimientos de tristeza y nostalgia que les generaba tener que despedirse de un lugar de trabajo que para la mayoría de los treinta y tres zapateros se había convertido en su segundo hogar.
El pasado gobierno de Nicolas Curi había decidido despejar este callejón para uso exclusivamente peatonal en vista de la construcción y próxima implementación del nuevo sistema de Transporte Masivo Transcaribe para Cartagena, que implicará un mayor flujo de personas en ese sector.
Con esta decisión hecha realidad ya el lunes muchos fieles clientes de los zapateros pasaban por el callejón con cara de asombro e inmediatamente lo primero que se preguntaban era dónde estarían sus zapatos y sobretodo dónde estaría su zapatero de confianza.
Sin duda remendar zapatos es un oficio que le asegura a cualquiera que decida hacerlo un trabajo constante pues siempre existirán zapatos que aunque se hayan despegado aún no vale la pena desechar. Pensando en esto algunos de los zapateros luego de recoger sus pequeños locales de madera lo primero que hicieron fue escribir en la pared sus nombres y números telefónicos con letras grandes, para asegurarse que la sorpresiva noticia en sus clientes fijos, no fuera impedimento para proteger sus pies al arreglar e incluso hacerles nuevos zapatos.
El desalojo propicia inevitablemente un cambio en la vida de los zapateros. Muchos de ellos trabajaron por más de 20 años en este lugar y algunos heredaron la vocación y humildes locales de sus padres.
Su futuro será el resultado de las decisiones que comienzan a tomar a partir de este momento. La opción que el Distrito les propuso fue un Plan de Reconversión Económica.
De los treinta y tres zapateros, treinta se acogieron a dicho plan y al desalojar el lugar recibieron un subsidio o reconocimiento inmediato de 15 salarios mínimos legales, que equivalen a un aproximado de 6.500.000 pesos.
“A aquellos zapateros que hayan hecho curso de capacitación con el SENA, y que se hayan acogido al Plan de Reconversión también se les facilitará un micro-crédito por 3.500.000 pesos con el apoyo de las empresas Indufrial y Siembra Futuro”, explica el actual Jefe de Espacio Público del Distrito, Carlos Julio Milano.
Los zapateros tenían conocimiento de otro estímulo desde hace un tiempo, un centro comercial próximo a inaugurar en las instalaciones del antiguo Almacén Decormuebles. A partir de su reapertura se llamará Centro Comercial Nueva Colombia y los zapateros tendrían la opción de comprar locales más amplios y modernos.
A algunos ni siquiera la plata los convenció
El proceso de desalojo y entrega de dinero se formalizó con un documento conocido como el Acta de Transacción, donde el Distrito se compromete a entregar los 15 salarios mínimos a quienes estuvieran de acuerdo y el micro-crédito a quienes cumplieran los requisitos. Por su parte los zapateros se comprometen a no demandar al Distrito por el desalojo de ese espacio público.
Como en toda historia hay algunos en desacuerdo, los tres zapateros que no aceptaron el subsidio. Ellos argumentan que al firmar el acta de transacción y recibir ese dinero además de comprometerse a no utilizar más nunca ningún espacio público para poner su negocio, tampoco se les permitía comprar con dicho dinero ningún local en el Centro Comercial Nueva Colombia.
Su argumento se basa en que aún con todo ese dinero no iban a poder trabajar en el centro, pues no tendrían acceso al espacio público y mucho menos a un local legal a tan bajo precio. Por esta razón ellos prefirieron no aceptar el dinero y mudarse de inmediato a otro punto del centro que también figura como espacio público.
¿Mentalidad empresarial?
Orlando Jiménez es uno de los zapateros que se acogió al Plan de Reconversión Económica. Está de acuerdo con esa decisión del gobierno pues cree que fue la única forma de lograr un cambio significativo en su diario vivir.
Para lograr ese cambio Jiménez lo primero que hizo al recibir el dinero fue invertirlo totalmente en maquinarias nuevas.
Aunque la preocupación inmediata de estos zapateros no era renovar su equipo de trabajo sino encontrar un lugar estratégicamente ubicado desde donde ofrecer sus servicios, Jiménez además de ser el único en invertir todo su dinero y quedar sin un peso, también, al igual que otros tres zapateros, pretende comprar un local de diez millones de pesos del Centro Comercial Nueva Colombia por medio de una financiación por diez años prometida por Carlos Milano.
Ante esa promesa Francisco Mejia, dueño del kiosco de jugos El Pacho ubicado al finalizar el callejón de los zapateros, compara a Carlos Milano con otros funcionarios y está convencido que él está más dispuesto en atender estos temas.
“A mi también me toca desalojar dentro de poco este espacio, yo se que uno no debe estar en estos espacios, por eso a ese señor lo trato muy bien para encontrar la mejor solución porque yo no tengo plata para reubicarme, ojalá a ultima hora no se me vaya a torcer como los demás” comenta Mejia.
Encima del problema
Luis Botet es un zapatero que tiene 21 años de estar trabajando en el callejón desalojado. El reconoce que reubicarse no será lo mejor para ellos pues es un dinero extra que les toca asumir.
Sin embargo como representante de los zapateros se acogió al Plan de Reconversión y ha estado en constantes reuniones con el Jefe de Espacio Público con el fin de ir más allá de la imposición del gobierno por medio del diálogo de los temas de forma clara.
“Tenemos que reunirnos esta misma semana, a más tardar el próximo lunes, para concretar todo”, le dijo en todo convencido Bonet a Milano.
Esta reubicación, presentes y futuras decisiones del actual Jefe de Espacio Público y las opciones escogidas por estos trabajadores informales determinarán su futuro, el de sus familias y, sobretodo, definirán el uso de los espacios en el concurrido Centro Histórico de Cartagena.